Humanidades Digitales e innovación social

2 de marzo de  2021  -19:00

Antonio Lafuente García

Historiador de la ciencia, CCHS CSIC

Antonio Lafuente (Granada) es doctor en ciencias físicas y trabaja en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CSIC, Madrid). Ha publicado dos docenas de libros y más de cien artículos o capítulos de libro, muchos de ellos en revistas o publicaciones internacionales. Ha dirigido colecciones editoriales sobre ciencia y, entre sus libros con más suerte hay que citar Los caballeros del punto fijo (1987), Mundialización de la ciencia y cultura nacional (1992), Ciencia colonial en América (1996), Guía del Madrid Científico: ciencia y corte (1998), El carnaval de la tecnociencia (2007), Las dos orillas de la ciencia (2012) y ¡Todos sabios!(2013). Recientemente ha publicado slowU. Una propuesta para la transformación de la Universidad (2020).

Tras muchos años explorando cómo ciencia e imperio se coproducen o cómo la ciencia no puede sobrevivir sin sus públicos, ahora está más interesado en la escala urbana de la ciencia y, en particular, por las prácticas asociadas a las nociones de procomún, prototipo, laboratorio ciudadano y ciencia abierta. Fue coordinador del Laboratorio del Procomún entre 2007 y 2017 (MediaLab-Prado, Madrid). Actualmente coordina la web La Aventura de Aprender, una plataforma donde se sostiene que los movimientos sociales y colectivos ciudadanos, entendidos como comunidades de aprendizaje que articulan demandas locales, deberían ser parte del sistema educativo. Ha coordinado la vertebración y redacción del desafío Humanidades Digitales contenido en el libro blanco que sobre Digital and Complex Information ha promovido el CSIC.

Las humanidades digitales  en  el ecosistema de la innovación

Hablamos de innovación social cada vez que toma forma un anhelo social y, como consecuencia, cambian las cosas. Es una combinación de creatividad más impacto. Por supuesto siempre hubo innovación social, pero estábamos ciegos para reconocer su papel como motor del cambio, tanto político como económico. Nos faltaba sensibilidad para apreciar el valor de lo colectivo, lo informal, lo pequeño, lo indisciplinar y lo periférico. Las cosas han cambiado mucho en las dos últimas décadas y hemos llenado de adjetivos el mundo de la innovación considerándola social,abierta, crítica, postfuncional y frugal, entre otras muchas denominaciones. Todas tiene en común la convicción de que el modelo shumpeteriano de innovación era demasiado centralizado, jerárquico, tecnológico y elitista. Para nosotros basta con estas breves palabras para centrar la atención más allá de los intereses académicos. No necesitamos mayores complejidades o mejores definiciones para adentrarnos en un territorio tanto más interesante cuanto más abierto, informal y emergente.

La innovación entonces puede verse como una actividad más ordinaria, popular y reactiva quecomo una empresa metódica, vertical y dirigida. La innovación social puede imaginarse no sólo como cosa de todos (pues, todos innovamos), sino que también podríamos considerarla como algo que hacemos entre todos (pues, nadie sobra). En una de sus versiones (quizás) extremas se vincula a la cultura del emprendimiento y, en consecuencia, convierte la creatividad en un  evento individual, competitivo y orientado a la producción de bienes de consumo. En el otro extremo, donde operan las organizaciones sin fines de lucro, funciona como una pieza clave en la economía de la contribución, y la creatividad crece a partir de actividades de naturaleza altruista, colaborativa y distribuida.

El presento texto tratará de explicar la relación entre innovación social, humanidades digitales, cultura del prototipado y laboratorios urbanos. El esquema siguiente articula los contenidos principales.